Lo que empezó como un corte de la red eléctrica «normal» acabó siendo una dura prueba para miles de empresas españolas. El 28 de abril de 2025, un apagón de gran escala y la caída de la red sin dejaron sin luz ni conexión con el resto de personas a buena parte del país durante más de seis horas. Y aunque la electricidad volvió, las consecuencias económicas y operativas de ese apagón siguen presentes.
Más allá de la oscuridad en calles, hogares y tanto grandes como pequeñas empresas, el apagón dejó al descubierto una realidad irrefutable a día de hoy: muchas empresas no están preparadas para una interrupción energética de este calibre.

Pérdidas millonarias y caos
Según las primeras estimaciones, el parón eléctrico y la caída de la red podría haber costado entre 2.000 y 4.500 millones de euros a la economía española. Una cantidad tan grande como alarmante, que refleja la enorme variedad de impactos según la región afectada y el tipo de negocio.
Los comercios menores fueron los primeros en notar el golpe. Supermercados como Ahorramás y DIA cerraron sus puertas ante la imposibilidad de operar cajas, iluminación o mantener refrigerados sus productos. Alcampo, Mercadona y otros más grandes pudieron sobrevivir relativamente gracias a generadores externos a la red eléctrica. Pero incluso en estos casos, la pérdida de ventas y el deterioro de productos perecederos supusieron un duro golpe económico.
En los centros urbanos, la escena fue caótica: cajeros fuera de servicio, bares sirviendo solo lo que no necesitaba electricidad y una ciudadanía desconectada, literalmente.
Telecos y conectividad, el talón de Aquiles de la economía digital
Las telecomunicaciones no salieron mejor paradas. Vodafone reportó una caída del 60% de su red móvil. Orange y Telefónica vieron reducida su cobertura en amplias zonas del país. Empresas que dependen del teletrabajo o de servicios en la nube quedaron aisladas y en consecuencia, sufrieron también este impacto.
Transporte paralizado y cadenas logísticas al borde del colapso
El transporte tanto público como de mercancía y productos empresariales, se convirtió en una ratonera. Metro, trenes de cercanías y mercancías dejaron de funcionar durante horas. Transportistas atrapados en almacenes, millones pedidos no entregados y logística congelada. En sectores como el farmacéutico, la alimentación, o la compraventa online, la disrupción en las entregas puso en jaque a cientos de empresas.